jueves, 2 de julio de 2009

Bienvenida... de nuevo!

Hace ya mucho tiempo que no escribo, no es que no queria ni que me habia olvidado de los amigos y amigas que leen mi historia, les pido disculpas y como dije en un principio si este relato ayuda o llega a una sola persona, ya soy feliz y mi labor estuvo bien hecha.

“Bienvenida pequeña” escuche una voz lejana y familiar que entre nubes y otros sueños me estaba despertando, creía ver los anteojos de aquel maestro que me había operado, es que asi seria, unas cuantas horas atrás, antes de dormirme con la anestecia , me lo habían prometido, no iba a salir dormida de aquel quirófano. En ese momento no pensaba nada, no podía pensar en ese momento, solo mi inconsciente se daba cuenta de que ya había vuelto, de que había despertado, que ya todo había pasado o recién empezaba, pero eso todavía no lo sabia y tampoco estaba en situación de entenderlo.
Había perdido consciencia del tiempo, del espacio, de si afuera hacia frio o calor, era el mes de enero en la querida ciudad de Buenos Aires, por lo que ya habíamos planeado que para mis acompañantes ir y venir del departamento al sanatorio Mater Dei iba a ser toda una aventura.
En diciembre cuando organizamos “la travesía” no teníamos fecha fija de regreso a casa, solo sabíamos que el lunes 7 de enero debíamos estar en Bs As, Todo era una incógnita: el post operatorio, la cantidad de días de internación, la cantidad de días de reposo en Buenos Aires, las complicaciones que podían existir, nada tenia fecha de vencimiento. Por mi mente lo único que estaba claro era que iba a extrañar a la persona que iba a quedar aquella tarde en esa sala de quirófano, pero tenia fe de que la nueva versión mía no iba a ser tan mala. En fin, con todas estas contras en la lista, nunca dude en mi decisión, era tan joven para negarme pero también era tan joven para vivir lo que estaba viviendo, ya no valía la pena plantearse el clásico: ”porque a mi”, ya estaba en el baile y había que bailar, ese día lunes, compañeros no me faltaban, estaban ahí, los había dejado en la puerta del ascensor hacia solamente unas horas atrás, les di un beso a cada uno y me fui a “dormir” con esa sensación agradable que sentimos las personas cuando vamos en viaje en un colectivo y el sol entra por la ventana como acariciándonos despacio, pensando en volver a verlos lo antes posible, estaban conmigo, ellos, mis seres queridos, mis viejos, mi amor, mi princesita y mi loquita querida, no me va a alcanzar la vida para agradecerles haberme hecho compañía aquel dia. Sin ellos nada hubiera sido posible, me dieron justo la fuerza que me faltaba para dejar de lado los miedos.
De a poco fui abriendo los ojos, los vi a todos, a mi derecha mi amor, que juro y re juro todavía que me pidió casamiento, pero evidentemente, la anestecia me estaba jugando una mala pasada, o a el mejor dicho. Al otro lado de la cama estaba mi mama, mirándome como si todavía fuera esa nena chiquita que recién empezaba a ir al jardín. Al pie de la cama estaba mi papa, con cara de alegría y a la vez de alivio, y al lado la loca de andreita, siempre con su positivismo a flor de piel, que te hace ver todo de una manera mas alegre.
De a poco deje de ver a ese gato imaginario que crei ver unos instantes, efectos de la anestecia. Estaba de regreso en cuerpo y mente. La timectomia por esternontomia, que fue la intervención que me hicieron a mi, no me había dejado secuelas, nada de lo pronosticado estaba pasando y me estaban mudando a una habitación como de hotel en el piso 3. Solo de a ratos tenia un dolor impresionante en el torax, no tengo palabras ni situaciones , que se asemejen al terrible dolor que se siente, pero asi y todo seguía siendo fuerte, y seguía admirando en lo fuerte que me había convertido. Definitivamente era una persona nueva, no solo tenia una cicatriz cubierta por una venda sino que desde ese momento sentí que había nacido una persona nueva mentalmente y espiritualmente.
Los días habían pasado sin complicaciones ni post operatorios traumaticos, ese mediodía, después de poco menos de una semana internada estaba entrando al departamento que mi mama había conseguido a una cuadra del shopping Alto Palermo. Los días pasaron rápido, y llego el alta medica, ya era hora de volver a casa.
Rosario